domingo, 17 de abril de 2011

Nunca más podré

Vuelvo a pensar que quizás hubiera sido mejor abandonarme en el tiempo. Fue gracioso entrar hoy al bar de Ale y ver su intento. Pobre, ella sabe que no va a poder conmigo pero sigue probando. Me senté en una mesita y la escuché susurrar algunas palabras con el colo. Yo estaba concentrado en la ventana, miraba a una nena pasar, era como cualquier día. El sol daba justo por el espacio transparente en frente de mis ojos y yo miraba distraído a la nena cruzando la calle, cuando sentí al tiempo detener su marcha. Un fuerte olor a coco de pronto lo interrumpió todo. Cerré los ojos fuertemente y te vi reina, me sonreías. El olor a coco era demasiado potente y tu sonrisa me aseguró por unos instantes la perpetuidad. Me levanté creyendo que podría llegar a encontrarte en medio de la ola de calor que atraviesa de par en par Buenos Aires. Todavía no llegó la primavera. Me duele este calor que se anticipa. Me duele saberme solo en medio de la nada que es mi vida.
Como era de esperar, tu figura no estaba allí. Todavía tenés memoria y sabés que no podés regresar a ciertos lugares. Ale estaba asustada y el colo me miraba preocupado. ¡Qué papelón debo haber hecho! Me gustaría que eso me molestara de alguna forma; pero vos bien sabés que no es así. Volví a casa molido como un paquete de harina extra fina. Me dolían las piernas y casi no veía nada. Logré subir por las escaleras y abrir la puerta.
Acá estoy, sí otra vez, acá estoy. Quisiera escribirte tantas cosas. Estoy ansioso aunque sé que no es el día de nada. Vos sabés que siempre me costó escribir, y pensar y saber. En cambio tus palabras solían ser tan sabias mi amor. Todavía hoy cuento los días y hasta los segundos. Pasan mil cenas. Me duele esperarte entre la carne y la cama; me duele no soñarte y me duelen tus sueños de actriz ilusionada con la fama. ¿Alguna vez fuiste de verdad reina?
Ale, los chicos, la gente, todos me dicen que deje de pensarte. Como si pudiera. Te fuiste con el impostor. No, no puedo nombrarlo a él porque es un asesino. Me dejó sin merienda, se robó la mueca que alguna vez tuve en mi cara. Me quitó lo que pasa entre acostarse y levantarse.
Te fuiste hace unos meses como se va quien nunca llegó. Te fuiste silenciosa. No escuché tus gritos cuando te vi partir. ¿Lo de las valijas fue de verdad? La escena fue tan de película que creo que ni vos lo creíste. Sé que en el fondo estabas llevando a cabo una obra, mi amor. Yo solo espero que se te agote el repertorio del impostor y que vuelvas a las tardes de mate. ¿Por qué sigue en mi cabeza este puto olor a coco?
La conocí a ella, no es nadie en particular. La conocí hace unos días pero todavía no me animaba a escribírtelo. Su perfume sería como de flores. No sé si te gustaría verla porque no se te parece. Es una buena chica y Ale está entusiasmada. Yo no entiendo este afán por eliminarte de mi vida. Es una buena chica y es prolija y huele a flores. Creo que voy a intentar describirla otro día porque todavía me pesa el cuerpo y sé que necesito dormir.
…………………………………………………………………………………
Me arrepiento de haberte soñado por tantas noches. Volviste. Él se fue, yo intentaba rehacer mi vida, pero él se fue y vos volviste. No entendés ni por un segundo lo que me dolió respirar cuando te vi parada en la puerta con esa cara tan cínica que acompañaba a tu figura delgada. ¡Y yo escribiéndote! Sigo haciéndolo. Entraste de una forma tan altanera, creyendo que todo lo que quedaba acá era tuyo de alguna forma. Si te hubiera permitido penetrar mi corazón, en ese segundo que tocaste la puerta, estoy seguro que te hubieras abalanzado al sillón y prendido la tele, como si los meses nunca hubieran estado de por medio. Como si todo esto fuera un pasado- presente, una pesadilla que soñé durante tiempo. Y tus gritos. Esa fue la peor parte. Tus gritos cuando la viste salir de la habitación acompañada por una bata de algodón. Me dio miedo tu reacción. Me dio miedo su reacción. Sé que te gusta el teatro mi vida. Y ayer ella encontró todas estas notas que te escribí durante meses y también se fue. No vuelvas más. O sí, volvé y abrazame porque ya no puedo sostener este dolor. Tu cara tan cínica mirándome por la entrada de mi casa. No es más tu casa. Ya no huele a ese complejo de reina que tenías. Pero bastó que traspasaras la puerta, que te pelearas a los gritos con la pobre niña, para que mi persona por completo diera vuelta. Sentí por un momento el peso de los hombros y tuve miedo de desparramarme entero por el piso. Ella se fue, él también se fue, y otra vez somos solo vos y yo. Y no te quiero ver. No lo quiero, sé que no me lo tengo que permitir, pero no puedo más luchar contra mí. ¿Qué hago con esta locura que siento? Estás tocando timbre y necesito terminar con esto. Te voy a dejar porque sos un mal vicio, te juro que voy a quemar todas estas cartas y te voy a dejar en el tiempo. Solo necesito una noche más de amor con vos. Después andate reina.
Yo creo que nunca más voy a poder sacar este olor a coco que tengo penetrado en el interior de mi ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario