lunes, 9 de mayo de 2011

Enojo

Estoy realmente indignada. Creo que si hubieran agarrado un cuchillo carnicero y me hubieran cortado la lengua sería mejor. Pero en estas circunstancias no, no está para nada bueno. Desde cuando procedo bajo los métodos del autocontrol??? Desde cuando????
Me estoy perdiendo che, debería cortar por lo sano y putear a unos cuantos. Pero después que?
Y volvemos al circulo vicioso
Me estoy perdiendo y estoy indignada.

domingo, 8 de mayo de 2011

fantasía o (y) realidad

No sé si sonaba el teléfono o simplemente me sonaba la cabeza pero desperté a la madrugada acurrucada en el piso, cerca de la manta del perro (que ya no estaba). No tenía un vodka cerca ¡menos mal! Me fui para el living y me quedé recostada observando toda la oscuridad que transcurría a mi alrededor. El panorama no era para nada alentador pero no podía renunciar a la escena. Quería creer que si pensaba en algo bueno todo lo malo se borraría por completo de mi mente, pero saben lo que dicen, que la noche es la peor de las compañías. Por eso lloré, lloré con todas mis fuerzas para sacarlo de adentro mío. Lloré por las cosas que pasaron pero sobre todo por las que nunca llegaron a pasar. Lloré porque supe que nunca podría recuperar el tiempo que había desperdiciado aburrida en mi misma. Lloré por las cosas que jamás me atreví a decirle por ser débil de corazón. Lloré porque nunca había llorado en mi vida hasta ese momento. Y cuando terminé de llorar, porque en algún momento terminé, me volvi a recostar en el piso y lentamente me quedé dormida. Soñé con algunas cosas que no podría explicar. Había algo asi como un laberinto lleno de personas desconocidas y estaba él, que era a la vez conocido y extraño para mí. Yo lo buscaba porque tenía que decirle algo que ocurriría. Pero cada vez que estaba por acercarme el volvía a desaparecer entre el mundo de gente y yo le gritaba, intentaba hacerlo para que se alejara de algo que no tenía que ver, pero el no me escuchaba y mis gritos eran cada vez mas sordos, y las lagrimas empezaban a brotarme por la cara y seguía gritando creyendo que en algún momento me vería de la forma en que tenía que hacerlo... y el piso, de vuelta el piso frío y duro debajo de mi espalda, y las lagrimas que eran realidad y fantasía. Que estaban allí pero que habían salido de otro lugar, y mi dolor que estaba intacto.